Tan temprano, de Florencia Gattari
En algunas cosas, muy pocas diría, soy una persona conservadora. Los libros son una de esas cosas. Para mí, las novelas, los cuentos, los relatos, se leen, no se escuchan. Por eso siempre me resultó extraño el concepto de audiolibro.
Hasta que un día viene alguien en quien confiás, te hace una recomendación y vos vas por ello aunque sea algo que consideres que no te va a gustar. Porque algunas veces algunas personas nos conocen más que nosotros.
Esta semana terminé de ¿leer? ¿escuchar? Tan temprano de Florencia Gattari, editado por Vinilo y que está leído por ella en Bookmate. Qué precioso y qué golpazo.
Vinilo, ya lo comenté la vez que escribí sobre el libro de Dolores Gil, es una editorial que me parece genial. Publican solo textos cortos con historias reales. Y este de Florencia habla sobre el suicidio de su hermano, sobre el hueco que se deja y es imposible de reemplazar, sobre la reorganización familiar, sobre el dolor solitario y compartido, sobre el crecimiento y el paso del tiempo con ese dolor.
Hay algo precioso en que el libro haya sido leído por la autora. La cadencia, el ritmo, las emociones que transmite hicieron que conectara con la obra de una manera en la que nunca había conectado con ninguna otra obra. Es el ser detrás de esa voz quien atravesó todo lo que estás escuchando. Es único, mágico y, en este caso, desgarrador pero sin golpes bajos. No es esa la búsqueda. Tan temprano es desgarrador porque por momentos la vida es desgarradora.
Transcribí algunos capítulos o párrafos que me resultaron conmovedores:
Un hombre sale al balcón de un sexto piso en Caballito. Vive con su madre y su hermana menor pero ellas están de viaje, de modo que se encuentra circunstancialmente solo. Es 12 de septiembre del año 2009 y hay sol. son las ¿tres? ¿tres y diez? de la tarde.
El balcón está enrejado. En el ángulo superior izquierdo de la pared sobresale la unidad externa del split del living. Hay macetas en el piso, varias. Clivias seguro. El hombre ¿saca una silla? ¿apoya un pie en la baranda?, y de ese modo trepa al volumen rectangular del aire acondicionado. Desde allí ¿vacila? ¿dice algo? ¿grita?, por el espacio que queda entre las rejas y el techo, se tira.
Una mujer que camina por la vereda de enfrente presencia el impacto. La mujer es médica. Cruza corriendo, intenta encontrar signos vitales. El hombre está muerto. ¿Ella? ¿otra persona? llama a la policía.
La partida de defunción dice 12/09/09, dice 15:20 h, dice Puan y Valle, vía pública.
Esto es lo que sé de la muerte de mi hermano.
***
Recibo un mail. Una mujer que conozco a través de las redes me pide que lea su novela, quiere hacer una clínica. Le digo que no sé hacer eso. Me doy cuenta a la vez de que quisiera acercarme, saber más de ella, hacerme amiga. Intercambiamos textos. Breves. Una suerte de presentación además de una pregunta. Descubro así, en su escritura, que también su hermano está muerto, pero ella lo dice mejor. Dice: L. se suicidó. Aprendo. Me escribe: Vos dijiste que lo de Pablo fue hace diez años y yo pensé que era un montón, pero lo de L. fue hace nueve. Siempre me cuesta entender esas fechas.
Tuve un hermano, no fue hace tanto. Nació cuando yo tenía tres, se mató a sus 29. Ahora tengo 45. Cuánto es mucho.
***
En algún momento subía a la habitación de Pablo para sacar las cosas. Estaba su guitarra, las partituras, el atril, el diapasón. Por años quedó toda la música estallada para mí. Suspendida. No escuché más canciones. Solo cuando mucho después volví a poner unos tangos entendí la cantidad de tiempo que había pasado en silencio.
Había unos dólares guardados prolijamente en el placar. Mi mamá nos dio la mitad a mi hermana y la mitad a mí. Con esa plata Christian y yo compramos unas cortinas tipo black out.
Encontré una caja con papeles y CD. Le separé los CD a un amigo. Los papeles eran sobre todo partituras, pero también notas, cosas que mi hermano había escrito. Empecé a leer. Cerré todo. Lo tiré sin mirar. Creo que sentí que era privado, que no tenía derecho de leer, eso por una parte. Pero también más. Qué me hubiera quedado, qué hubiera intentado agarrar con eso. Cerrar una caja es también una versión de estar arrasada, un modo de decir que no hay proporción entre lo que se perdió y lo que queda.
Tirar la caja. Entera. El celular. Dar la baja del teléfono en una compañía que pone infinitos obstáculos. Adjuntar la partida de defunción. Una vez, dos, cuatro veces. Llamar en un grito, por favor por favor, ya denle la baja a la línea.
***
Sentí que quedaba huérfana cuando murió mi hermano. Pero acá están mis padres ocupándose de mí, de mi hermana, de sus nietas. La orfandad es esto: que los que una ama puedan morirse en cualquier momento.
***
Pasé varios meses haciendo un único pedido: hablame. A Christian en cualquier momento de la noche. A mis amigas durante el día. No importaba de qué me hablaran, ese era el único modo que yo tenía de ubicar un punto afuera de las imágenes que veía en loop en la cabeza. Hablame para que pueda no pensar.
Me hablaron. A cualquier hora, de cualquier cosa. Esto es lo que inventa el amor: prometerle al otro esto se pasa. Sin garantías, con las puras ganas de que sea cierto.
Past Lives
Es casi imposible que algo, una película, una obra de arte, una canción, incluso lo que te dicen de una persona, de un paisaje, pueda estar a la altura de su hype. Internet, las redes, son una marea de personas que aman u odian. Cuando aman, aman profundamente, recomiendan, se fanatizan.
Y es un poco lo que pasó con Past Lives. Todas las reseñas que leí y me crucé en TikTok, Instagram o Twitter aseguraban que, después de su presentación en el Sundance, que se hace en enero, se convertiría en una de las películas más importantes del año. ¿Cómo podemos asegurar eso si faltan todavía 11 meses de año por delante? Todas las opiniones apuntaban a que el primer film que dirigió y escribió Celine Song se trataba de una obra maestra.
Y puedo decir que incluso habiendo llegado con las expectativas por el cielo, Past Lives las llenó sin inconvenientes. Hay algo en esas escenas sin tanto diálogo, de conexión a través de miradas, del pasado, de lo que se vivió y se sintió que logra conectar con quienes estamos del otro lado.
En una línea, Past Lives va de dos amigos de la infancia que se vuelven a encontrar. Pero no me gustan las cosas en una línea, así que me voy a extender un poco más.
Nora y Hae Sung son dos chicos surcoreanos con una conexión muy profunda que se rompe cuando los padres de Nora deciden irse a vivir a Toronto por una oportunidad laboral. Ambos vuelven a encontrarse dos veces durante su vida. Primero 12 años después a través de internet y, después, 12 años después cuando Hae Sung viaja a Nueva York, donde vive Nora con su pareja, para visitarla.
La conexión vuelve a darse instantáneamente. Las miradas, esta vez no de dos chicos sino de dos adultos enamorados, conectan. Es justamente la pareja de Nora, escritor, un poco desde la inocencia y otro poco desde el lugar de estar entendiendo que algo raro hay en ese reencuentro, quien le dice que lo que le está pasando podría convertirse en una gran historia. Y la historia, es cierto, es grande.
Past Lives va sobre el destino, el amor, sobre el paso del tiempo, sobre el "qué hubiera pasado si...", sobre las almas gemelas y lo retrata de una manera preciosa. De hecho Nora habla, muchas veces, de un concepto coreano llamado in-yeon, una conexión profunda entre dos personas que están destinadas a estar juntas.
Pero las cosas no son tan simples en la película de Song, porque la vida no es simple y Past Lives intenta plasmar eso: no tiene la intención de presentar giros cinematográficos increíbles sino transmitir, primero, la relación entre dos personas que se aman y, segundo, la que ella tiene con su actual pareja, a quien también ama, y el conflicto que eso genera. Su presente y su pasado.
Silo
Hace algún tiempo que quiero ver una de esas series distópicas pero que, al mismo tiempo, tienen mensaje. Algo así como las primeras temporadas de Black Mirror que salieron antes de que empezaran a copiarse a sí mismos y se tornara aburrida. El tema es que después de algunas googleadas furiosas, no llegué a nada que me llamara la atención.
Medio que dejé pasar la intención de ver una serie así hasta que, el otro día, tarde scrolleando como un autómata por TikTok, me crucé con alguien que reseñaba las mejores series del 2023 hasta el momento. Una era Silo, una serie post apocalíptica producida por Apple y protagonizada por Rebecca Ferguson donde los últimos 10 mil habitantes del planeta viven en un inmenso silo enterrado bajo tierra que está rodeado de misterio.
Lo único que saben esos 10 mil humanos sobre el lugar en el que viven es que, hace más de un siglo, Los Fundadores construyeron el silo para protegerlos del mundo tóxico que hay fuera. Nadie sabe nada del pasado de la humanidad, aunque hay algunas "reliquias" que pertenecen a la etapa anterior de la humanidad y que permiten imaginarlo.
El recorrido de Rebecca Ferguson, que interpreta a Juliette Nichols, va justamente de eso: descubrir qué pasa con el Silo, qué hay fuera, si Los Fundadores realmente decían la verdad, si el mundo realmente se trata de un lugar tóxico en el que los humanos no pueden vivir.
Es un thriller de ciencia ficción que, por momentos, no te deja respirar, te pone nervioso, te permite conectar con los personajes. Pero no se queda ahí. También es una crítica a aceptar lo preestablecido sin intentar buscar las respuestas propias. Un poco lo que vivimos actualmente, ¿no?
Quedé muy, muy fan de esta serie y opino igual que el que me la recomendó a través de TikTok (que no tengo idea quién es porque no guardé el video sino lo compartiría en forma de agradecimiento): de lo mejor que vi en el año.
Quote
“Las cosas que se pueden comprar con dinero es mejor comprarlas sin pensar demasiado si ganas o pierdes. Es mejor ahorrar energías para aquellas cosas que no pueden comprarse con dinero”.
— Haruki Murakami
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Poema de la semana
Acción de Gracias 2006
Hace demasiado frío en Brooklyn esta noche
y todos mis amigos están a tres años de distancia.
Mi madre me dijo que yo podría ser
lo que quisiera, pero decidí vivir.
En el rellano de una vieja casa de piedra rojiza
un cigarro arde y se disipa.
Camino hacia él: una navaja
que el silencio afila.
El humo esculpe su quijada.
La boca por la que vuelvo a entrar
en la ciudad. Extraño, eco
palpable, aquí está mi mano, llena de sangre delgada
como el llanto de una viuda. Estoy listo.
Listo para ser cada uno de los animales
que dejas atrás.
– Ocean Vuong
Outro
Hola, ser del bien, ¿cómo va todo? Yo bien. Ahora, al menos.
Digo ahora porque esta semana que pasó fue un poco matadora. No por el trabajo y esas cosas triviales que suelen darse semana tras semana, sino porque una de las personas que más quiero en el mundo tuvo un problema de salud y me ubicó en la palmera.
De alguna forma entender que podés perder a alguien que amás con todo lo que sos, por más que las cosas ya estén mejor, te recuerda que la mayoría de nuestros problemas cotidianos son inventados o irrelevantes. No sé si a vos también te pasa. Yo cada tanto me olvido, pero la vida y el tiempo se encargan de recordarlo. ¿Habrá que agradecerles?
Cambiemos de tema porque no quiero bajonearte. Esta semana llegaron un montón de personas nuevas a observando. Intenté rastrear en redes u otros newsletters quién fue la persona que lo recomendó, pero no lo logré. Si sos de esos nuevos lectores, te doy la bienvenida.
Hace unas semanas tomé una de esas decisiones que decís “espero se mantengan en el tiempo”: empecé a correr con un grupo de entrenamiento. Hace algunas semanas fue la media maratón de Buenos Aires y me dieron ganas de correrla. Si bien siempre salí solo, esta vez siento que me falta ese empuje, esa fuerza extra que nos da hacerlo en compañía. Vamos a ver qué resulta de esto. Por ahora, te puedo decir que la estoy pasando increíble.
Dejo para el final una super buena noticia. Bookmate, durante algunas ediciones, va a auspiciar el newsletter. Obviamente eso no tiene que ver con los contenidos que publique. En este espacio solo se publican cosas que me interpelan, como el librazo absoluto de Florencia Gattari que reseñé hoy y que está en Bookmate. De paso, me dieron un código para que puedas usarlo un mes gratis. Lo de siempre: si no querés que te sigan cobrando después del mes no tenés que colgar en darlo de baja, pero si te ponés una alarma listo el pollo.
Bueno, ahora sí, te dejo tranqui para que disfrutes tu domingo.
Como siempre, gracias. Gracias por leer, por contestar, por recomendar. Es un montón.
Hasta dentro de dos semanas.
PD: Acordate que este miércoles, el 13 de septiembre, con Maca vamos a estar hablando de nuestros newsletters junto a la gente de la comunidad de Peces Fuera del Agua. Acá te podés anotar.
Axel
¡Quiero leer ese libro ya!
Muy lindo, me encantó, gracias por las recomendaciones!!!