Los libros que atesoramos
Esta semana empezó la feria del libro en Buenos Aires. Todavía no fui, aunque seguro me pegue una vuelta como en general hago todos los años incluso cuando las multitudes me la bajan cada vez más.
Este año el discurso de apertura lo dio Martín Kohan, que tuvo un pasaje que me pareció bastante interesante porque habla de todos nosotros y del mundo que habitamos: "Los lectores, la lectura, es ese el punto nodal de cualquier Feria del Libro. Habría que concebir un deseo de llegar a ser lector así como suele formularse el deseo de llegar a ser escritor. No basta con hacer que la letra entre ni que sea con sangre, según se estila decir. Además de las letras, hay otros aprendizajes que ustedes seguramente conocen en el proceso de formación de un lector: aprender a concentrarse, a abstraerse del entorno, aprender a desconectarse para poder conectarse con otra cosa. Aprender, en fin, a estar solo". Sí, celular del mal diseñado para estimularnos constantemente, te estamos mirando a vos.
Pero no vengo a hablar de la feria de Buenos Aires ni del discurso de Kohan, sino de algo que pasó en otra feria no tan lejos de casa: en la Feria del Libro de Chile de 1999. En ella Cristián Warnken, profesor de literatura y una figura cultural muy reconocida en su país, entrevistó a Roberto Bolaño en el programa La Belleza de Pensar. En la charla el autor de Los detectives salvajes y de 2666 habla de su amor por los libros, pero no del amor que imaginás, sino del amor por el objeto, de su obsesión por comprarlos, por atesorarlos e, incluso, muchas veces ni siquiera leerlos.
Aunque un poco fui soltando esa misma obsesión desde la llegada de los lectores digitales como el Kindle, al cual también atesoro y amo no como objeto tecnológico sino como objeto que me conecta con cualquier obra de manera instantánea, seguramente vos también te reconozcas en las palabras de Bolaño si amás la lectura.
En una parte de la entrevista, Warnken le preguntó a Roberto si consideraba que los libros eran tan necesarios como el pan, el aire, como el agua. Esta fue respuesta:
Uno empieza comprando libros, o robándolos, y termina leyéndolos. Pero en mi caso esto ya es una obsesión. Compro libros y ni siquiera los leo. Y tengo algunos libros que no solo no he leído sino que sé que no voy a leer jamás, pero los compro y de vez en cuando los ojeo. Me gusta tenerlos cerca.
Es una forma de fetichismo. Es como coleccionar cromos. Para mí con los libros pasa lo mismo. Si me faltan dos Stendhal voy a por ellos a como de lugar.
Yo también tengo, como quizás tengas también vos, libros que compré y que sé que nunca voy a leer. Simplemente necesitaba tenerlos. Uno de ellos es, justo, de Bolaño. Tengo hace mucho tiempo 2666 y siempre supe que probablemente nunca vaya a leerlo. El motivo es bastante simple. Tiene más de 1200 páginas y, disculpame Kohan, pero no me sale concentrarme tanto.
Por las personas que nos revelan mundos
Con Lisandro Aristimuño tuve una relación extraña. La primera vez que lo escuché, por recomendación de una amiga de un viejo trabajo, no me gustó nada. Esa música no era para mí. Pero, por suerte, con el tiempo todos vamos cambiando.
Cuando conocí a Maca, me contó en una de las tantas charlas que era fanática de Lisandro y que lo había ido a ver varias veces. En ese momento le pedí que me pasara los que ella consideraba que eran sus diez mejores canciones. Así es como nació una lista de Spotify compartida que tiene hasta logo propio que todavía escuchamos muy seguido.
El otro día fuimos a verlo en vivo al Konex. Fue mi primera vez y lo único que me quedó en el tintero fue que no tocó "Plug del Sur", una de mis canciones preferidas no de Lisandro en particular, sino de todas las canciones que alguna vez escuché. ¿A quién puede no gustarle un tema tan lindo, profundo y emotivo como ese? Musicalizó decenas de mañanas de fines de semana de solcito y frío.
Pero no importa que no tocara “Plug del Sur” porque durante el show, que duró dos horas, nos hizo bailar, reír y emocionar muchísimo entre fernets y comunión.
Retomando un poco lo que decía al principio, no tengo muchos consejos para dar, pero de algo estoy seguro: hagan fuerza para conectar con personas que les abran nuevos caminos o les muestren que los caminos que habían imaginado que no recorrerían, algunas veces, valen la pena. Son personas que nos descubren mundos.
Fred Again en Tiny Desk
Lo primero que se me vino a la cabeza cuando me enteré que Fred Again estaría en Tiny Desk fue no entender bien cómo un DJ llevaría su estilo musical a esta dinámica que funciona mas como un lugar de desconexión, más cercano a la onda de los MTV unplugged, que al show de un DJ.
Pero pensar a este pibe de 29 años solo como un disk jockey fue un error. Yo lo conocía, sobre todo, por el set que hizo en Boiler Room, pero después entendí que si bien la manera de moverse por su mundo artístico era a través de sintetizadores y remixes, Fred era un pianista del carajo y un cantante profundo que mezcla toda su paleta en presentaciones emocionantes.
Y es un poco lo qué pasó con el Tiny Desk. Los mismos productores del evento cuentan que no entendían cómo haría Fred Again para sumarse a su propuesta: “Cuando primero propuso un concierto en Tiny Desk no estuvo inmediatamente claro cómo lo haría funcionar. No porque le faltará creatividad, sino porque trasladar un show de música electrónica al Desk es una tarea compleja para para cualquiera. ¿Cómo podría hacer un artista, cuyas performances se desarrollan en forma de DJ set ante audiencias masivas, crear una experiencia única e íntima?”.
Pero este pibe es tan genial que consiguió hacer una presentación no solo intima, sino emocionante que toma hasta elementos de la poesía a la que solo le agregaría tiempo, porque dura 25 minutos pero me gustaría que durara una hora.
La canción “Kyle (i found you)”, que presenta al poeta Kyle "Guante" Tran Myhre recitando "Love In The Time of Undeath", es de los ¿temas? ¿poemas? ¿poemas remixados? (no sé en qué categoría entra) que más me llegaron en los últimos tiempos. Te pone la piel de gallina y hace que se te llenen los ojos de lagrimas.
Quote
“Escribo lentamente. Esto se debe a que nunca estoy satisfecho hasta que dije todo lo que podía en la menor cantidad de palabras posibles. Escribir así requiere de mucho más tiempo que escribir largo y tendido”.
— Carl Friedrich Gauss
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Poema de la semana
Un paraíso portátil
Y si hablo del Paraíso,
entonces estoy hablando de mi abuela
que me dijo que lo llevara siempre conmigo
oculto
así nadie más que yo lo sabría.
De esa manera nadie podría robármelo, decía.
Y si la vida te pone bajo presión,
recorre sus límites en tus bolsillos,
huele su olor a pino en tu pañuelo,
tararea su himno en voz baja.
Y si tus preocupaciones se vuelven cotidianas,
andá a una habitación vacía,
ya sea un hotel, hostal o choza
encuentra una lámpara
y vacía tu paraíso sobre el escritorio:
sus arenas blancas, cerros verdes y pescados frescos.
Ilumínalo con la esperanza
de la mañana,
y seguí mirándolo hasta que te duermas.
– Roger Robinson
Outro
Hola, ser del bien, ¿cómo estás? Yo super. Escribiendo esto a las 8.55am del domingo. Sí, hace solo algunos minutos. Es que esta semana me enfermé –una gripe, nada raro– y entre responsabilidades, mocos y fiebre, no encontré el tiempo para poder terminar observando. Pero quería enviarlo sí o sí, así que acá me tenés terminando a último momento.
El otro día, con una amiga que vive en España pero vino de visita, hablamos sobre la felicidad. Empezó porque ella me preguntó si yo era feliz. Como es una pregunta que no suelen hacerme, me descolocó un poco.
Igual rápidamente le respondí que sí, que lo era. Después me explayé un poco más. Le dije que tengo la suerte de estar en un momento de mi vida en el que tengo más de lo que siento que está bien. Estoy con alguien que amo, repleto de amigos, una familia que me apoya y quiere, un trabajo que me reconforta y desafía constantemente, el dinero suficiente para darme la mayoría de los gustos que quiero.
Después de decírselo me sentí con culpa porque todo esto que te cuento es algo que suelo olvidar. En la vorágine de intentar conseguir más, de hacer más, de llegar al deadline, me olvido de todo lo que tengo y cómo hay que no solo cuidarlo, sino también disfrutarlo.
Porque, otra cosa que charlamos, es que sabemos que la vida son etapas y, como todas, esta se va a terminar. Y no lo digo en plan pesimista, sino simplemente racional. Hay que ser necio para pensar que todas las etapas que atravesaremos en la vida serán felices, alejadas del sufrimiento y la tristeza.
Por eso, ahora que todo está extrañamente acomodado para que yo sea increíblemente feliz, voy a intentar recordarlo y disfrutarlo más.
Se puso profunda la cosa, ¿no? Qué te puedo decir. Pegó para ese lado la mañana del domingo. Creo que con esto ya me puedo retirar.
Ah, una más más y no jodo más. Este newsletter es una de las cosas que me permite ser lo feliz que soy, así que gracias a vos también por eso. Sé que suena trillado, pero si no hubiese nadie del otro este espacio no existiría.
Ahora sí. Como siempre te digo, recibir observando es gratis, pero hacerlo no. Si querés ayudarme, podés colaborar mensualmente, comprarme un cafecito o simplemente recomendarlo en tus redes. O no hacer nada. También está bien. Up to you.
Un abrazo.
Axel
Los libros que atesoramos
yo al revés- he dejado de comprar a lo tonto. incluso de guardar libros que ya leí y que sinceramente, es dificil que vuelva a leer.. porque hay tanto por seguir leyendo
he optado por comprar hasta que acabe el actual.. y regalar/intercambiar los que voy terminando