Hola, ser del bien, ¿cómo va? Yo sigo en medio de cambios muy grosos, pero todas cosas buscadas que estoy disfrutando un montón.
Además de la mudanza, que ya te conté que fue justo en el momento en el que Maca y yo teníamos dengue, cambié de laburo. Hace poco más de una semana que estoy diseñando en Claro, la telefónica. Parece un equipo súper buena onda, que es de las cosas que más me preocupaba a la hora de cambiar, así que estoy contento, intentando aprender siglas complicadas de un mundo en el que soy nuevito.
Así que imaginate cómo fue mi último mes y medio: dengue, mudanza, cambio de trabajo. No te voy a mentir. Estresado es poco.
Las últimas semanas, en las que pasé de vivir en Palermo a Recoleta, estoy un poco de turista. Recoleta es un barrio que todos los que vivimos en la Ciudad de Buenos Aires conocemos, pero no lo tenía tan recorrido. Voy dos veces por semana a la oficina, así que aprovecho para volver caminando. Son unas 30 o 40 cuadras. La mitad del camino me la paso mirando para arriba. La arquitectura de esta parte de Buenos Aires me apasiona.
Maca me carga. Cuando vamos en el auto muchas veces grito "¡Vivimos en la mejor ciudad del mundooooo!". Si bien lo hago para molestarla un poco, también es algo que pienso constantemente. No nací acá, pero siento a Buenos Aires como mi casa. Algo similar a lo que me pasa en Quilmes, que es donde nací, crecí y viví la mayor parte de mi vida. Digo “similar” porque probablemente nunca me vaya a sentir como ahí en ningún lado.
Bueno se puso emotivo de un momento para otro. En pocas palabras, acá ando, conociendo otra parte de la Ciudad de Buenos Aires que me sigue enamorando y empezando un nuevo trabajo que me tiene muy contento.
Hace unos días fui al pre estreno de Alemania, la ópera prima de María Zanetti, una gran amiga y una gran directora que me emocionó hasta las lágrimas.
Después de haber ganado un premio en San Sebastián y hecho una gira de presentación con el film, finalmente se estrenó en Argentina y, encima, en el Gaumont. No solo la proyección de la película fue emocionante, sino también todo lo que se dijo previamente en relación a la lucha por la cultura y por las producciones nacionales que el gobierno actual está relegando.
Alemania es una película que sentí cercana no solo por la historia, sino por dónde transcurre. Todo pasa en Villa Ballester, una ciudad conurbana, con paisajes que sentí propios e imágenes que formaron parte, también, de mi vida.
El film de María cuenta la historia de una familia de clase media argentina del conurbano que está peleando constantemente contra la crisis de los 90s donde hay una hija, Lola (Maite Aguilar), que quiere irse de intercambio a Alemania. Lola está en los últimos años de la secundaria, ese momento tan importante y único en los que el tiempo, en retrospectiva, parece pasar volando. Pero tanto la vida de Lola como la de su familia está absolutamente atravesada por el problema mental que tiene la hija mayor, Julieta (Miranda de la Serna).
En medio de todo ese caos Lola crece y le pasan muchas de las cosas más importantes que atravesará en su vida. Sus amores, el cambio de amistades a medida que nos damos cuenta que nuestros viejos amigos empiezan a dejar de pensar, sentir y ser como nosotros. Un coming of age con silencios preciosos, con miradas, complicidades y el profundo amor de una familia que se acompaña durante las adversidades sin dejar los sueños propios de lado.
Después me vi una de las que todos decían que era de las mejores adaptaciones de esas sagas clásicas de la cultura desde The Lord of The Rings: Dune II. La pasé increíble. No sé mucho cómo describir estas películas porque me parecen que son todas bastante similares. El famoso camino del héroe. Esta versión, que es increíble y entretenida, tiene gusanos gigantes en mundos desérticos y una historia de herederos y guerras que está genial.
Y también volví a empezar Atlanta. Ya había visto la primera y segunda temporada, pero no me acordaba mucho y quería ver la tercera y cuarta, así que ahí ando, en esa. Después te charlo sobre qué me pareció, aunque todos sabemos que la cabeza de Donald Glover vale oro y todo lo que toca lo convierte en arte.
Siento, y lo ansío muchísimo, que mis días están empezando a acomodarse. Que la rutina está volviendo a su lugar. Con eso espero poder volver a escribir sin saltarme ediciones de observando como está pasando ahora.
Gracias por estar del otro lado.
Te mando un abrazo.
Axel
Que vivan los cambios y que bueno es encontrar "tu" lugar. En mi caso aunque ya lleve años en el último, siento que aun estoy de paso.